Una sucesión de explosiones en iglesias cristianas y hoteles de lujo causó el pasado domingo en Sri Lanka la muerte de al menos 106 personas y dejó más de 500 heridos. Tras estos ataques, asumidos por el Estado Islámico, el Gobierno del país asiático bloqueó Facebook, Facebook Messenger, WhatsApp, Instagram, YouTube, Viber y Snapchat para evitar la difusión de desinformación y la incitación a la violencia en estas plataformas. Las redes sociales, que han permanecido bloqueadas en Sri Lanka hasta este martes, se han convertido en un arma de doble filo: son especialmente útiles para ponerse en contacto con amigos y familiares tras una situación de emergencia, pero también pueden empeorar la situación en momentos críticos.
Hay múltiples ejemplos que muestran el fracaso de los gigantes tecnológicos en su intento por frenar la propagación de desinformación y la incitación al odio en sus plataformas. Hace solo unas semanas uno de los autores del atentado en dos mezquitas de Nueva Zelanda emitió en directo parte del ataque en Facebook. Más de 30 días después, aún seguían circulando copias del vídeo en dicha red social y en Instagram, según comprobó la revista Vice. La compañía de Mark Zuckerberg también ha jugado un papel fundamental como amplificador del odio online en Myanmar, un país bajo la sombra del genocidio contra parte de su población musulmana (los rohinyá). Y la plataforma también se ha enfrentado a críticas por permitir la difusión de información falsa para influir en la opinión pública durante periodos electorales. Por ejemplo, en las elecciones de EE UU de 2016 o el Brexit.
“Pese a que ahora nos llama mucho la atención su flanco más oscuro, las ventajas de las redes sociales superan con mucho a las desventajas”, asegura Myriam Redondo. Es periodista y formadora en verificación digital y asegura que plataformas como Facebook o Youtube “rebajan el umbral para comunicar con repercusión global, algo que antes solo podían hacer los grandes medios”: “Eso tiene un valor incalculable para la libertad de expresión y los derechos humanos”.
Las restricciones en Sri Lanka han tenido lugar tras los atentados ante la creciente frustración de gobiernos de todo el mundo por la propagación de desinformación. El Gobierno del país asiático explicó entonces que las plataformas seguirían bloqueadas hasta que terminara la investigación sobre las explosiones. Este martes ha levantado el bloqueo “tras evaluar la situación”, tal y como ha contado a Efe el director general del Departamento de Información Estatal, Nalaka Kaluwewa.
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