El uso irresponsable de las redes sociales puede acarrear, a veces, problemas muy gordos. Fiarse, o peor, encapricharse de alguien a quien solo conoces a través de una plataforma virtual es muy peligroso, y cada vez es más común toparse con casos de este tipo. Una de las modalidades más recientes de engaño a través de las redes es el Catfishing, es decir, el hacerse pasar por otra persona, normalmente con un aspecto y una personalidad atractiva, para ganarte la confianza de alguien y, en muchos casos, obtener algo de esa persona.
El nombre de catfishing, que no tiene traducción literal en castellano, se popularizó a raíz de un documental del año 2010 en el que se explicaba la historia de amor de un chico joven a través de Facebook. Después, en el año 2012, MTV emitió el programa Catfish: Mentiras en la red, que explicaba las verdades y mentiras de las relaciones online.
Los catfishers suelen ser habituales en plataformas de ligoteo, como Tinder o Grindr, que suelen ser las más fáciles de hackear. Su modus operandi es el siguiente: se apropian de una foto de una persona atractiva aleatoria y, alrededor de ella, crean un nombre y toda una personalidad con la que ganarse a sus presas. Éstas suelen ser habitualmente usuarios de redes sociales, que al ver un match o un like de la cuenta falsificada inician una conversación con el cazador.
La situación todavía se agrava cuando el usurpador se decanta por un perfil verdadero y se apropia de los datos, foto y nombre de una persona existente a la que, en ocasiones, puede haber hackeado. Esto también supone un problema para el hackeado, que tendrá luego que dar explicaciones sobre este comportamiento inhabitual y demostrar que él no es el responsable.
Leer el resto del artículo en Trece Bits.