Si Facebook o Instagram detectan la presencia de un pezón femenino en una de las fotografías que se publican en estas redes la censura inmediatamente. La estricta política sobre imágenes de desnudos de las plataformas que dirige Mark Zuckerberg —Twitter solo desaprueba el erotismo si no es consensuado—no permite la revelación de un seno, en cambio, no existen normas respecto a las drogas. Y las redes sociales están llenas de ellas. De hecho, son el canal favorito de los jóvenes y adolescentes para informarse sobre el consumo de estupefacientes, según informa Cruz Roja. Los expertos aseguran que la exposición en internet no ha provocado un aumento en el consumo, sino que muestra un reflejo de la vida en la que las drogas están normalizadas.
“Especialmente es a través de los instastories —historias de Instagram disponibles solo 24 horas— donde aparece un alto contenido de drogas”, explica Jesús Perianes, referente del grupo de trabajo de SobreDrogas de Cruz Roja, el Servicio Multicanal de Información y Prevención. “Salen de forma sutil, aparece gente fumando o con una copa en la mano. Parece que dicen: ‘¡Mira! Aquí estoy consumiendo’. Y aunque en nuestro vocabulario esté definido como drogas blandas, no dejan de ser drogas. “No consideramos el alcohol como una droga pero lo es”, añade.
De hecho, no es conveniente realizar una distinción entre drogas blandas y duras. Así lo establece Eulalia Alemany, directiva técnica de la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD). “El alcohol es una de las sustancias que genera más problemas en este país, con diferencia. Tiene una alta prevalencia porque tiene asociados muchos riesgos”, apunta. De este modo, alerta sobre la banalización de los consumos. El alcohol y el cannabis son las sustancias que tienen una percepción de riesgo más baja. Y en concreto “es el alcohol la asignatura pendiente que tenemos en España”, asegura la directiva técnica de la FAD. “Hay mucha tolerancia social en su consumo y las redes no hacen más que reflejarlo“, asevera.
‘Influencers’ sin límites
“La edad hace que si uno consume se copie el comportamiento”, advierte Perianes. En este sentido, quienes hoy en día destacan por tener una gran influencia sobre los jóvenes son las figuras de instagramers y youtubers, profesiones nacidas a raíz del surgimiento de las redes sociales. De manera global se les conoce como influencers, una palabra que todavía no recoge la Real Academia de la Lengua Española (RAE), pero sobre la que sí se ha pronunciado a través de su cuenta de Twitter alegando que se trata de “un anglicismo sin adaptar” y propone el uso del adjetivo “influyente”. La Fundéu relaciona este término con el márketing en redes sociales y especifica que se usa para “aludir a personas con conocimiento, prestigio y presencia en determinados ámbitos en los que sus opiniones pueden influir en el comportamiento de muchas personas“. Es esta última parte de la definición la que resulta más alarmante.
“Cuando ves que un famoso al que tú sigues lleva a cabo conductas peligrosas baja la percepción de riesgo inmediatamente porque piensas que no va a pasar nada”, avisa Alemany. Una de las cuentas con más éxito en Instagram es la de Dulceida, la influencer española con más seguidores —dos millones y medio—. Entre sus fotos de moda y de viajes, “en alguna de sus publicaciones aparece con un cigarro en la mano, lo que parece que le otorga cierto estatus y glamour“, explica Perianes.
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