Llegamos a la última tarde en las Jornadas #Innoria, Juventud, tecnologías e inclusión social, que dio mucho de sí. Tanto que me van a hacer falta dos entradas para contar lo que allí se dijo. Y es que el tema, la Tecnopolítica y La Red Distribuida, lo merece. Recomiendo escuchar todos los audios de las charlas aquí.
El primer ponente, Raúl Sánchez Cedillo, forma parte de la Fundación de los Comunes, una organización privada sin ánimo de lucro que quiere transformar la sociedad generando un nuevo modelo institucional, creando centros de pensamiento y acción críticos, y construir un foco solvente y documentado del que emanen nuevos paradigmas de interpretación de la realidad y nuevas propuestas para darle un vuelco a la realidad hacia la verdadera justicia social, reparto de la riqueza, acceso al conocimiento, gestión común de bienes y servicios y democracia real.
Raúl empezó definiendo tecnopolítica como cualquier tipo de política hecha a través de sistemas de máquinas y a la vez el devenir del individuo en máquina, artefactos que en la sociedad urbana actual forman parte de nuestro trabajo y de nuestra rutina. Pero también es el uso de esas máquinas como herramientas para transmitir sentimientos u opiniones y crear redes de iguales que sirvan para organizar una acción colectiva con algún fin predeterminado a través de la colaboración.
La tecnopolítica nace de una situación de dolor colectivo que provoca la crisis financiera, causada por determinadas prácticas de las entidades que tienen el poder. Ese sentimiento común es el que provoca la necesidad de unirse y hacer algo. El 15M ha sido una expresión política de la que ha surgido un sujeto múltiple y heterogéneo. Su dimensión no se limita a la plaza ocupada, se extiende a todas las discusiones en redes sociales, apoyos recibidos a través de páginas, menciones en todo el mundo. Es grande porque ha conseguido que creamos los unos en los otros, superando el cinismo, el oportunismo y el miedo que caracterizan a nuestra sociedad.
Fenómenos como el 15M son, según Sánchez Cedillo, la causa de que no nos encontremos ahora mismo en una dictadura como la de Túnez. Recordemos que en los días de ocupación de las plazas, algunos medios de comunicación intentaron dar una imagen violenta y completamente distorsionada del movimiento, pero inmediatamente surgieron en las redes sociales materiales gráficos y audiovisuales que desmentían esos hechos. No es tan fácil manipular cuando se tiene a tantas personas en contra.
Por todo ello, Raúl cree que la tecnopolítica es la única vía posible para reformar la democracia, debe ser el eje capital de esa reforma ―basada en la igualdad― y redefinir la jerarquía y el orden, no necesariamente destruyendo los modelos actuales sino que puede que sea suficiente con buscarlos nuevos.
Raúl dio paso a Montserrat Boix, periodista y activista, fundadora del periódico Mujeres en Red, que lleva años poniendo las cuestiones de género y la tecnología (y también la tecnopolítica) en primer plano.
Montse nos habló primero de la necesidad de considerar la información, la comunicación y el conocimiento como derechos fundamentales. De que Internet es una gran ayuda para las mujeres porque, al cambiar las estructuras, también facilita su participación. Por fin en las redes sociales, a través de blogs o páginas, nosotras, que aún no nos vemos suficientemente reflejadas en los medios de comunicación tradicionales, podemos hacer escuchar nuestra voz. Por eso también es tan importante romper la brecha digital y que la tecnología sea accesible para determinados colectivos y que no nos quedemos atrás. Esa es una de las mayores quejas de la ponente, que afirma que los colectivos feministas siguen siendo, a día de hoy, bastante tecnófobos.
Nos recordó que en la primavera árabe las mujeres han tenido un gran poder de convocatoria en redes sociales, pero que al salir a la calle a manifestarse tenían grandes posibilidades de ser agredidas o incluso violadas, ya que así se intentaba, impunemente muchas veces, hacerlas volver a casa. Para luchar contra eso, actualmente en sitios como El Cairo se están dando a conocer a través de esas mismas redes sociales las zonas más peligrosas y se han creado grupos de apoyo para acompañar a las mujeres en su paso por esas zonas conflictivas.
Para terminar, Montse subrayó, además de la ya mencionada tecnofobia feminista, el hecho de que en determinadas iniciativas aún siguen participando exclusivamente mujeres, y destacó la necesidad de vencer esos obstáculos, porque si realmente queremos cambiar la sociedad, ambos géneros tenemos que luchar juntos.
El resto, en la quinta y última entrega.